Piruleta

Continuando con las entradas sobre Christine Nöstlinger del proyecto Adopta una autora hoy toca una reseña de su libro Piruleta. Es la primera reseña que escribo así que no sé si saldrá muy bien, pero que no se diga que no le he puesto ganas.

Este libro escrito por Christine Nöstlinger, ilustrado por Angelika Kaufmann y traducido (al menos mi edición) por Mario García Aldonate te cuenta en tercera persona y a través del razonamiento de un niño su vida diaria. Según vamos leyendo nos vamos metiendo en el día a día de Piruleta, y a través de él y de las cosas que le ocurren nos van dando retazos no solo de su historia, sino de su ambiente. Christine consigue hacer llegar buenos mensajes, casi sin que te des cuenta. El papel de los padres y de la familia; la elección de un nombre, que se puede considerar la elección de una identidad; el desempleo y los cambios en la rutina; la frustración, la manipulación y la mentira, entre otros como las diferencias económicas, son temas que se tratan perfectamente a través de un niño pequeño que ha descubierto un extraño poder en unas piruletas verdes.

Este es mi ejemplar del libro
(sí, me lo regalaron en la biblioteca del colegio)

Cada capítulo nos envía un mensaje diferente, que la autora trata perfectamente. Además, todos los elementos en ese capítulo ayudan a dar profundidad a ese tema a la vez que nos ayudan a entender el día a día de Piruleta y su entorno. Voy a intentar semi-analizar uno a uno cada capítulo y su mensaje o mensajes. Así que aviso de que va a haber spoilers. [El título de cada parte corresponde con el título del capítulo, lo que viene detrás de los puntos es un añadido que he hecho yo].


Cómo Piruleta llegó a ser Piruleta: la elección de un nombre y los padres de verdad


Un nombre, en cierto modo, te ayuda a conformar tu identidad. Y tener el nombre adecuado es importante. Por eso este libro empieza así. La autora nos presenta a Piruleta en este momento tan importante en el que decide que Víctor Manuel es un nombre adecuado para un rey italiano y él no tiene nada que ver con ellos. Por ello pide ayuda a su familia para que le ayuden a encontrar uno que le quede bien, pero su hermana, su madre y su abuela no son muy imaginativas a pesar del empeño que ponen en ello (el padre no está mencionado porque Piru no tiene ningún padre, ninguno de verdad, ya que un padre es alguien que se preocupa por ti, y el suyo no lo hace). Al final es Otto, su amigo el tendero de ‘Variados Otto’, el que da con el nombre adecuado: Piruleta.
Todos aceptan fácilmente su nombre, hasta la portera que está un poco sorda y tiene mala memoria lo lee cada vez que tiene que saludarle. A la profesora le cuesta un poco más, pero una vez se acostumbra a él no le vuelve a llamar de otra manera.

En este capítulo no solo nos presentan al protagonista y su entorno más próximo sino también a las piruletas de menta que tanto le gustan, y que más tarde serán importantes para solucionar todos los líos en los que se mete, y es que, bien preparadas, ¡son piruletas mágicas!


Piruleta necesita una piruleta: querer lo que no se tiene y la magia de las piruletas


En el segundo capítulo, se nos habla de cómo, a pesar de ser querido por todos y aunque muchos estén dispuestos a ocupar ese puesto, Piru no tiene un mejor amigo. Podría serlo Otto si no fuese tan mayor, porque cuando hay que ir a buscar piezas para un invento, por ejemplo, no puede seguirle al mismo ritmo y se cansa. Así que él decide que su mejor amigo va a ser ese niño que ve a través de su ventana todos los días y del que no sabe nada, ni siquiera cuál es su piso exactamente.
Con ayuda de Otto consigue saber cómo encontrarle cuando no está en su casa y empieza a ir todos los días a la tienda de sus padres. El problema es que lo que menos soporta Piruleta son las manchas de sangre sobre una bata blanca y el olor de las aves de corral, pero hace un esfuerzo y se deja caer por ahí para comprar algo cada día. Al no ver resultados positivos decide, finalmente, que por mucha grima que le dé es el momento de usar su baza secreta: una piruleta verde, bien lamida hasta dejarla muy fina. Cuando se pone la piruleta de menta delante de un ojo y se tapa el otro las personas hacen exactamente lo que él quiere, sin que tenga que decir ni una sola palabra.
El único problema es que, por mucho que Piruleta consiga lo que quería, quizá no le guste tanto como pensaba. Tommi no es tan interesante y misterioso como parecía visto desde la ventana de la cocina. Y pronto Piruleta se siente más a gusto los días que no tiene que ir a su casa a jugar con él.

 Piruleta y el trabajo de la abuela: desempleo, trabajo y celos


La abuela de Piruleta trabajaba limpiando una fábrica de artículos eléctricos. Tenía un buen horario para poder estar con Piru y su hermana, ayudarles con sus deberes y hacerles la comida. Cuando la fábrica se muda a la otra punta de la ciudad, la abuela tiene que buscarse otro trabajo. Al principio Piruleta es paciente y no se queja aunque su yaya no pueda estar con él porque tiene que ir a las entrevistas de trabajo, ni por toda la matraca que dan su madre y ella hablando de las ofertas en términos que él no entiende. Pero cuando el trabajo nuevo de la abuela le impide estar con él por las tardes para que le ayude en los deberes y prepararle la comida al mediodía eso sí que no lo puede tolerar.
Claro que lo peor de todo es que tiene que empezar a hacer las "cosas más espantosas" que le mandan como remover la sopa de patatas hasta que se caliente, llevar los zapatos a arreglar o incluso ir a Variados Otto con una lista llena de cosas aburridas (como mantequilla o harina). Pero es que encima, a nadie excepto a él le parece eso algo increíble.
Por supuesto, Piruleta no piensa hacerlo. Y así se lo hace saber a todo el mundo. Pero ni siquiera las piruletas le van a servir esta vez, por mucho que se ponga delante del espejo a instarle a que funcione y se ponga a trabajar… 
No he sido capaz de añadirle la raya de manera que se leyera,
así que lleva guion.

Después de que el caramelo le obligue a hacer todo lo que no ha hecho hasta ahora se da cuenta de que no ha sido para tanto, y de que todo funciona mucho mejor y la convivencia es más agradable cuando todos cumplen con sus quehaceres. 

En este capítulo no solo se tratan las obligaciones, como pueden ser los trabajos de todo tipo, sino también los celos. Piruleta siente celos hacia la familia para la que trabaja ahora su abuela porque se "la roban", y ella está muy a gusto con esa familia. Por eso cuando su hermana también vuelve encantada de las visitas a esa casa él ya no puede más. Aunque hay veces que con un cambio de actitud puedes darte cuenta de que te aprecian tal y como eres.


Piruleta hace mal las cuentas: las deudas y las amistades tóxicas


A Piruleta y a su hermana les daban todas las semanas la paga para sus gastos. Y normalmente se las arreglaban bastante bien. Pero cuando en clase al lado de Piruleta se sienta Eveline, la chica más guapa de la escuela, que de repente parece muy interesada en salir con él, o, mejor dicho, en que él pague todo, puede que tenga que empezar a pedir prestado dinero a sus compañeros. El problema llega cuando no puede devolverlo y tiene que mentir a su familia sobre dónde se ha ido el dinero para la compra.

Este capítulo trata las deudas las amistades tóxicas y las mentiras. Piruleta no quiere dejar marchar a Eveline, pero cuando por fin lo hace está mucho mejor. Y, al final, aunque sea a costa de mentiras, consigue devolverle el dinero a su familia, porque él no quiere "ser un cerdo" como lo es el hijo de una amiga de su madre. Quizá unas piruletas verdes y una enfermedad ficticia le salven de las preguntas de sus familiares.

Piruleta y Lehman: el orgullo


Parece ser que las piruletas no funcionaban con los perros. Y Piruleta tenía mucho miedo a los perros, aunque nadie lo sabía. Él se aseguraba de reírse de todos los que los temían para que no se notase su miedo. Por eso cuando la amiga de la abuela empieza a venir con su mascota a casa, él no se atreve a salir del cuarto. Y es que ella y su novio se han separado porque, al parecer, ella es una derrochadora y él un agarrado (esta oposición en los matrimonios se verá en más libros escritos por Christine, al igual que el tema de la identidad y de las deudas) y no vuelven por orgullo, así que Piruleta tendrá que hacer algo para remediarlo.
En este capítulo no solo nos muestran el orgullo del protagonista a no querer admitir su miedo a los perros, también se trata este tema por medio de la pareja que se echa de menos pero que no son capaces de admitirlo, creyendo que es la otra persona quien debe disculparse primero.


Piruleta y la abuela pelirroja: los prejuicios, el miedo al qué dirán y cómo las piruletas verdes no pueden solucionarlo todo


En este capítulo se tratan los prejuicios. Comienza diciéndonos que Piruleta se alegraba por haber crecido. No sabía muy bien por qué, quizá porque su hermana siempre hablaba de los "pobres bajitos" y de "altos guapísimos" o porque su madre se burlaba de un matrimonio en el que el hombre era una cabeza más bajo que su mujer. El caso era que ahora tenía la altura ideal para ser amigo de Heidegunde, que le causaba admiración y no solo porque se pareciese mucho a él y le gustase la gimnasia y hacer cuentas, sino porque no se reía como una tonta y no lloraba; a él no le gustaban nada la gente que lloraba, él cuando iba a hacerlo se reía. Otto ya le había dicho que eso era un prejuicio, llorar con más o menos facilidad no quería decir nada, pero no había manera.

Heidegunde y él se hicieron amigos. Un día, mientras Piruleta merendaba en la enorme y preciosa casa de su amiga, oyó a su madre hablar mal de la señora de la limpieza, todas eran así, le comentó Heidegunde, así que cuando le preguntaron de qué trabajaba su abuela no tuvo otro remedio que decir que curaba niños. El primer problema vino cuando la madre aseguró conocer muy bien a las enfermeras y doctoras del hospital infantil y quiso saber cuál de ellas era su abuela, al final Piru se encontró con una abuela pelirroja a la que le pasaban un montón de cosas. El segundo problema vino cuando la madre de Heidegunde quiso conocerla, podría ser que ni siquiera una piruleta verde arreglase este desaguisado.

En este capítulo Piruleta se da cuenta de que las piruletas verdes no pueden solucionar cualquier cosa, y que algunas veces simplemente hay que dar la cara y decir la verdad. Así que termina yendo a casa de su amiga y diciéndole que no tiene una abuela enfermera pelirroja. Después de toda la sorpresa y el enfado Heidegunde termina admitiendo que se ha equivocado al calificar de falsas e interesadas a todas las mujeres de la limpieza y le pide perdón.

Este es un capítulo especialmente bonito y me parece muy adecuado para ser el penúltimo. Se puede ver cómo va cerrándose la trama y cómo el protagonista está, finalmente, creciendo. El que no haga uso del poder de las piruletas indica que empieza a asumir sus responsabilidades y dar la cara por sus errores, y resulta que es una forma de arreglarlo mucho más rápida y, de algún modo, más sencilla.


La fiesta de Piruleta y de las piruletas: la imaginación, la buena voluntad y pasar el testigo


Piruleta había nacido el 25 de diciembre así que nunca había celebrado su cumpleaños. Pero si lo celebraba quería una fiesta en condiciones, con un mínimo de veinticinco niños invitados, juegos y premios para el primero, el segundo y el tercero, como la que había celebrado Heidegunde en su casa. El problema, a parte de la fecha, era que en su casa como mucho cabían tres niños.
Por esto, incluso después de cambiar su fecha de cumpleaños al 1 de abril, Piruleta seguía sin poder dar la fiesta con la que soñaba. Hasta que Otto, el mismo que le había sugerido cambiar la fecha de su cumple, tuvo la genial idea de celebrar la fiesta en el patio para sacudir las alfombras. Y como ningún vecino se opuso, excepto uno al que terminaron mandando al cine, la fiesta se celebró. Cada vecino aportó algo: comida, un tocadiscos, serpentinas, piruletas verdes…
Después de que su madre le reprendiera por dejar a Tommi, que la primera mitad de la fiesta la había pasado en una esquina solo, sin atender, Piruleta se sorprendió al verle socializando de pronto con todo el mundo, ¡hasta con Eveline! Pero no sería eso que tenía en el ojo una piruleta verde, ¿verdad?

Como corresponde al último capítulo, Piruleta decide, cuando todos se han ido de la maravillosa fiesta y Tommi se acerca a darle las gracias, darle la caja con las piruletas de menta, él ya no las necesita.


Tal como yo he interpretado el libro, Christine no quiere construir otra realidad sino, a través del día a día que ya conocemos, hacernos reflexionar sobre ciertos temas, recubriéndolos con un poco de magia. Piruleta, como ya hemos visto es una historia de crecimiento y exploración de un niño en el que se dan unos mensajes que están muy presentes en las demás obras de esta autora como iremos viendo en las siguientes entradas sobre ella.

Y tú, ¿has leído el libro? ¿Qué opinas de él?

Comentarios

  1. ¡Hola!

    Lo primero que me gustaría decirte es bravo por recordar mencionar la traducción. Yo me di cuenta justamente hoy de que nunca lo hago en las reseñas y quiero corregir esto.
    Lo segundo, me encantan los libros con mensaje o moraleja y eso es algo que siempre se suele encontrar en la literatura infantil, es muy guay.
    Sobre el capítulo del orgullo, me ha parecido muy triste, porque muchas veces ocurre en la vida que por no querer ser el.primero en disculparnos, al final ninguno lo hace y estás mal con otras personas sin motivo.

    Por último, me gustaría mencionar que en todo el tema del.cambio de nombre, identidad, cumpleaños, etc de Piruleta, veo un guiño muy acertado hacia los transexuales, aunque él no tenga un problema de identidad sexuale realmente , en cierto.modo cambiar ciertos parámetros sociales que marcan cómo le ven los demás, le hace conseguir ser mas feliz.

    Me ha parecido un libro precioso. Los.libros infantiles merecen todo nuestro amor, en serio. Enhorabuena por tu adopción y por la entrada.

    Un beso.

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    1. Me alegro mucho de que te haya gustado. Estoy totalmente de acuerdo en que a los libros infantiles hay que quererlos, creo que suponen una parte importantísima de nuestra niñez. Lo de la traducción es algo en lo que no me fijaba demasiado hasta que empecé a estudiar esa carrera, a veces no ves algo hasta que no te toca de cerca.

      El ser orgulloso muchas veces te da más problemas que otra cosa, la verdad es que al final no lo puse en la entrada pero creo que es uno de los temas que "peor" está tratado, porque no terminan de solucionarlo por su cuenta.

      Respecto a lo del cambio de identidad, etc. yo pensé lo mismo al leerlo y me pareció muy bonito que lo incluyese de esa manera, dando a entender que lo que lo normal es aceptar ese cambio, haciendo un esfuerzo consciente, incluso, por ello.

      Muchas gracias por pasarte por aquí y animarte a dejar un comentario :)

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